Javier Milei, economista y político argentino, ha desplegado una estrategia comunicativa intrigante en sus spots de campaña para las PASO y a lo largo de su carrera política.
Al parecer él y su equipo han entendido y han canalizado perfectamente la rabia, la bronca y el hartazgo en el timing y framing político adecuado del ciudadano argentino, pues hace unos años atrás, nos resultaría casi imposible imaginar que los ciudadanos le presten atención.
Y aunque se trata de un hiperliderazgo, vemos que ha logrado tener una comunicación con un enfoque en el ciudadano por encima de su propia figura. Esta táctica busca establecer un vínculo directo y emocional con el electorado, al enfocarse en los problemas y las aspiraciones del pueblo en lugar de promocionar exclusivamente su candidatura.
La comunicación política de Milei, implementa tanto el uso de las emociones como la retórica apasionada para cautivar y movilizar a su audiencia.
En uno de sus últimos spots Milei dice:
“Se que a veces parezco demasiado apasionado, se que a muchos de ustedes no les gusta eso, pero esta elección no se trata de mí, se trata de vos, esta elección se trata de si queremos seguir por este rumbo que hace décadas nos conduce al fracaso, o si queremos hacer algo distinto, no te quiero pedir tu voto para que me des el poder a mi, te lo quiero pedir para poder devolvértelo a vos, para que puedas ser el arquitecto de tu propio destino, los políticos no van a cambiar, los únicos que pueden cambiar son los argentinos de bien votando por algo diferente, el futuro de la Argentina está en tus manos…”.

La estrategia centrada en la indignación, sin embargo, puede llevar a una polarización aún mayor en un contexto político ya altamente dividido.
Si bien la indignación puede motivar a su base de seguidores, también puede alienar a aquellos que no comparten sus opiniones o que prefieren un enfoque más moderado. Esto podría limitar su capacidad para construir puentes y ganar nuevos votantes fuera de su núcleo de seguidores.
Otro aspecto importante es que es difícil llevar adelante una gestión de gobierno estable con una sociedad tan polarizada y un tejido social destruido por el desprecio al ciudadano que no está de acuerdo con su posición, es decir, el vago, la casta política parasitaria, chorra e inútil que hunde al país.
En cuanto al humor, mientras puede ser un recurso valioso, también puede ser percibido como irrespetuoso o insensible en ciertos contextos. Los comentarios sarcásticos y las burlas podrían alienar a grupos de personas que se sientan ofendidos por sus palabras.
Milei ha construido su identidad con base en el odio hacia la casta política, mediante la retórica apasionada y al parecer mucha gente se identifica con este sentimiento de rabia hacia la clase política y es algo que debe llamarnos la atención, analizar en qué punto también la clase política es responsable de esta profunda desafección que hoy sufre la sociedad.
En resumen, la comunicación y el uso de emociones de Javier Milei son innegablemente efectivos para generar atención y movilizar a su audiencia. Su habilidad para conectar emocionalmente y su estilo apasionado le han otorgado un lugar destacado en el panorama político argentino. Sin embargo, es crucial considerar tanto los aspectos positivos como los negativos de esta estrategia.
La polarización, la falta de profundidad en la plataforma política y el riesgo de alienar-a través del odio y el desprecio a la otredad- a ciertos grupos deben ser tomadas en cuenta al evaluar su enfoque comunicativo.
En última instancia, la sostenibilidad y el impacto a largo plazo de esta estrategia dependerá de su capacidad para equilibrar las emociones con propuestas políticas concretas y un enfoque inclusivo.